Tercera
obra de Marcos Chicot que he tenido el placer de leer, y esta vez con una gran
diferencia respecto a las anteriores (“El Asesinato de Pitágoras” y su
continuación “La Hermandad”), las altas expectativas que me había creado sobre
la misma. ¿Y por qué esa esperanza en encontrarme ante una gran novela histórica?
Muchos motivos parecían avalarla.
- Aristón tiene presa a Deyanira en el calabozo, y tras golpearla y torturarla la apuñala. El autor deja tan claro que la puñalada es prácticamente mortal, tanto por la rabia con que transmite que Aristón la lleva a cabo como por la descripción de la herida realizada, que mi escepticismo fue mayúsculo cuando se reveló que solo fue una herida, grave sí, pero de la cual sobreviviría…
En primer lugar, el reconocimiento literario que ya había
recibido al ser finalista del Premio Planeta 2016, y ya desde un punto de vista
más personal, la época histórica en la que se desarrolla la trama (la Guerra
del Peloponeso siempre me ha parecido un escenario magnífico) e incluso el
propio título del libro, que pareciera esté utilizando el autor para escribir
la serie de thrillers históricos “El asesinato de…” los filósofos griegos más
importantes.
·
La reiteración de los
“No-Muertos”
A
lo largo de la trama Marcos Chicot sabe, sin lugar a dudas, mantener la
atención del autor mediante el uso de una narrativa ágil que ayuda al lector a
sumergirse en la Grecia Clásica y vivir las aventuras y desventuras, alegrías y
tristezas, de los personajes como si de él mismo se tratasen. Unos de los
recursos utilizado para ello, que paso a describir a continuación, es el que me
he tomado la ligereza de bautizar como el de los “No-Muertos”.
Dicho recurso puede parecer en su base simple, pero requiere de una gran
maestría literaria para poder llevarlo a cabo de forma correcta. Se trata de,
en un momento de máxima tensión en el que uno de los personajes se encuentra en
una situación crítica con grave riesgo de perder la vida, finalizar el párrafo
o el capítulo en el instante exacto en el que se produce su muerte. La historia
continúa, normalmente transportando al lector a otra trama paralela con otros
personajes distintos para, al volver a nuestro difunto, sorprenderle con una
supervivencia cuasi milagrosa del personaje en cuestión.
El
artificio del “No-Muerto” es realmente efectivo si se sabe llegar a cabo con la
maestría con que Marcos Chicot lo hace, pero quizá por ello, sabiendo el propio
autor del gran impacto que es capaz de llevar a cabo sobre el lector, lo
utiliza en demasía llegando a perderse el factor sorpresa y por tanto la
tensión narrativa. Veamos algunos ejemplos del abuso de “No-Muertos” en “El
asesinato de Pitágoras”:
- El recién nacido Perseo parece ser devorado por lobos hambrientos al ser abandonado en la montaña. Más adelante se descubre que eran los perros de la bruja/hechicera que lo recogió (con no muy buenas intenciones, ciertamente). Primer “No-Muerto” de la obra y realmente eficaz en cuanto a su impacto, me quedé sin duda sorprendido ya que no lo esperaba en absoluto.
- El recién nacido Perseo parece ser devorado por lobos hambrientos al ser abandonado en la montaña. Más adelante se descubre que eran los perros de la bruja/hechicera que lo recogió (con no muy buenas intenciones, ciertamente). Primer “No-Muerto” de la obra y realmente eficaz en cuanto a su impacto, me quedé sin duda sorprendido ya que no lo esperaba en absoluto.
- Aristón tiene presa a Deyanira en el calabozo, y tras golpearla y torturarla la apuñala. El autor deja tan claro que la puñalada es prácticamente mortal, tanto por la rabia con que transmite que Aristón la lleva a cabo como por la descripción de la herida realizada, que mi escepticismo fue mayúsculo cuando se reveló que solo fue una herida, grave sí, pero de la cual sobreviviría…
- Tras dejar a Deyanira
“No-Muerta”, Aristón se dirige a su pelea definitiva con Perseo, finalizando la
misma con el golpe de gracia que acaba con la vida de Perseo totalmente
indefenso en el suelo. Una vez más nada que ver con la realidad. Un nuevo
milagro muestra, tras volver de otra trama paralela, que Perseo logró librarse
del golpe definitivo para finalmente vencer a Aristón.
Como uno se puede imaginar,
el lector poco a poco va dejando de creer en lo que lee, y comienza a pensar
que los personajes principales, por los que siente empatía, no fallecen, si no
que algo sorprendente ocurrirá que les hará salvarse. Dicho escepticismo llega
a su momento más álgido entre los dos últimos ejemplos, ya que su separación en
la trama es ínfima, ocurriendo en episodios de la historia prácticamente
consecutivos. Quizás hubiera sido más impactante, dada la repetición de tanto
“No-Muerto”, haber acabado con Deyanira y así no recordar al lector las grandes
sorpresas que ayudan a los personajes principales a sobrevivir en situaciones
crítica en esta novela.
·
EPÍLOGO de Sacando
Punta
Tras no haber sacado
excesiva punta al “Asesinato de Sócrates”, no voy a sorprender ni levantar un
“No-Muerto” si llegado a este punto califico la novela como una gran obra
literaria que sin duda merece los premios, menciones, y el crédito que se ha
ganado. De forma fantástica Marcos Chicot nos transporta a la guerra del
Peloponeso a través de una trama fresca que siempre mantiene la atención del
lector, y que deja ver un importante trabajo de documentación para llevar a
cabo una ambientación sublime de la historia.
Por otra parte, una de mis
novelas preferidas siempre ha sido “Vientos de guerra”, de Steven Pressfield,
la cual también transcurre en la misma época histórica, relacionada con la
muerte de Sócrates, y transcurriendo la trama a través de la vida de Alcibíades.
Debo felicitar a Marcos Chicot por haber recreado perfectamente el carácter de
Alcibíades y su importancia en la Atenas de la época, consiguiendo trasladarme
a la Grecia clásica y sentirme parte de la trama de la novela de una manera tan
profunda como años atrás logró Steven Pressfield.